Reconocimiento y
descubrimiento Cuando oigo una nueva grabación de Júlio Pereira tengo una
reacción simultánea de reconocimiento y de descubrimiento. Reconocimiento
porque hay siempre en ella una firma sonora y estilística inconfundible, como
la que sentimos en la viola de Django Reinhardt, en la trompeta de Miles Davis,
en el bandoneón de Astor Piazzolla o pase la inmodéstia filial-en la guitarra
de Raul Nery. A las primeras notas identificadas caminos sin ninguna duda que
es el Júlio que está tocando y eso nos deja desde luego aquella sensación de
bienestar que naturalmente tenemos cuando nos cruzamos con un amigo.
Sin embargo, descubre que esta fuerte marca individual no se traduce en la mera repetición de fórmulas y clichés ya conocidos pero por el contrario se revela como una constante fuente de nuevas ideas, nuevas preguntas y nuevas respuestas. En cada nueva pieza, aunque el estilo y el propio formato general nos sean familiares, el material temático es siempre sorprendente y transformado de maneras siempre inventivas.
Y hay que añadir que el proceso creativo no se agota en la versión grabada. Siempre que oímos una de sus interpretaciones en vivo de cualquiera de las pistas de un álbum su constatamos que el registro fonográfico no era, al final, sino una matriz congelada de cualquier cosa que la presencia de un público en vivo siempre puede retransformar de modo más o menos radical.
Sin embargo, descubre que esta fuerte marca individual no se traduce en la mera repetición de fórmulas y clichés ya conocidos pero por el contrario se revela como una constante fuente de nuevas ideas, nuevas preguntas y nuevas respuestas. En cada nueva pieza, aunque el estilo y el propio formato general nos sean familiares, el material temático es siempre sorprendente y transformado de maneras siempre inventivas.
Y hay que añadir que el proceso creativo no se agota en la versión grabada. Siempre que oímos una de sus interpretaciones en vivo de cualquiera de las pistas de un álbum su constatamos que el registro fonográfico no era, al final, sino una matriz congelada de cualquier cosa que la presencia de un público en vivo siempre puede retransformar de modo más o menos radical.
Si tuviera que elegir el
componente más destacado de la música de Julio Pereira diría sin vacilación que
es el ritmo. Una vez más, luego las primeras notas nos agarran con una cadencia
rítmica marcada, de aquellas que, como Camilo Castelo Branco decía del Fado en
su Eusebio Macario, nos pone, temblores involuntarios en las nalgas. O, en
otras palabras, el arranque de cada banda nos precipita en un recorrido cargado
de energía que sólo se descarga en los acordes finales, pero esto no tanto por
el fuerte ritmo regular acentuado como por un fluido permanente de ideas y
soluciones musicales imprevisibles. Me viene a la cabeza otra cita, la de la
advertencia que nos hace Bette Davis en el All about Eve: "Apriete los
cinturones, muchachos, va a ser una noche accidentada".
Otro aspecto que me parece de especial interés
en esta música es una vez más de otra aparente contradicción entre un sabor
intrínsecamente portugués y la diversidad de referencias cosmopolitas que en
ella podemos reconocer. Los viras, chulas, hadas y modas de que nos damos
cuenta, aunque siempre transformados y reprocesados sin ninguna intención de
"autenticidad" folclórica, se cruzan con ecos más o menos alejados de
jigas celtas, de choros cariocas, de tibias y de colchas -verdianas, de
folksongs anglo-americanas, de bluegrass de los Apalaches, de ritmos de
Dixieland o de danzas mediterráneas. Pero el producto final reafirma siempre
una postura identitaria en la que instintivamente nos reconocemos y nos gusta
que nos reconozcan como portugueses. Como le gustaba decir Miguel Torga:
"Lo universal es el local sin paredes".
Es por eso que por lo menos desde su histórico
Cavaquinho, de 1981, que tuvo un impacto tan decisivo en la Música Popular
Portuguesa, cada nuevo álbum de Júlio Pereira es, por cierto, un hito
importante en el recorrido creativo personal de su creador, pero también una
contribución significativa al conjunto de nuestra tradición musical viva, fiel
a sus raíces pero constantemente en busca de nuevos caminos y de nuevos
diálogos, de identidad y de intercambio intercultural, de viejas raíces y
nuevos frutos.
01. Voa Cavaquinho
02. Galope do Deserto
03. Comboio Azul
04. Noitada Extravagante
05. Ponte da Barca
06. Palácio das Necessidades
07. Índios da Meia-Praia
08. Dança da Lua Cheia
09. Praça do Comércio
10. The Common Raven
11. Lagoa das Sereiashttp://www.juliopereira.pt/pt/BIOGRAFIA/PracaDoComercio.htm
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